Se trata de un personaje que vivió en épocas pretéritas en diferentes pueblos. Era un enigmático hombre que vestía de negro y se ponía un gran sombrero del mismo color, montaba un brioso caballo también negro que se confundía con la noche, no hablaba con nadie y a nadie le hacía daño; aparecía y desaparecía como por encanto.
Dicen que al anciano se le podía encontrar en las orillas del camino, y aunque hace mucho tiempo que murió, la gente sigue sintiendo su presencia. Físicamente se le describe como un hombre anciano, con un sombrero grande, bien vestido, de rostro opaco y en actitud de observación permanente.
Las personas que lo han visto aseguran que lo acompañan dos enormes perros negros cogidos por gruesas cadenas. Los trasnochadores que lo han visto o a quienes se les ha presentado, dicen ver la figura que les sale al camino, los hace correr y les va gritando cosas para asustarlos.
Siempre persigue a los borrachos, a los peleadores, a los trasnochadores, los jugadores y a los tramposos. Aprovecha los sitios solitarios. Cuentan que en noches de luna llena es fácil confundirlo con las sombras que proyectan las ramas y los arbustos. Llega siempre de noche a todo galope, acompañado de un fuerte viento helado y desaparece rápidamente.
El Sombrerón fue famoso en el departamento de Antioquia, en la época de 1.837, cuando recorría todas las calles. Aparecía cuatro o cinco viernes seguidos, volvía a aparecer uno o dos meses después. "Parece que fuera el Sombrerón, el espanto propio de Medellín".
También hay historias de sus andanzas en otras regiones colombianas como el Tolima, el Huila y al oriente del Valle del Cauca. Se le denomina como El Jinete Negro y se le describe en forma muy similar a como se ha descrito aquí.
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